Realizamos un análisis de mercado a nivel nacional primero y regional después. Ahí descubrimos hábitos de consumo en los que podíamos apalancarnos, pero nos faltaba lo indispensable, preguntarle al pueblo. Con motivo de la lotería de El Niño, realizamos el sorteo de una cesta para movilizar a los no clientes a participar en una encuesta. Conseguimos datos del 8% del mercado potencial. El 24% nos dijo que no venía porque estaba lejos, el siguiente rango de peso era el precio y el tercero, con un 12%, la falta de productos frescos. Con todos estos datos en la mano, seleccionamos a un participante de cada grupo de interés para realizar una sesión de cocreación planteando los retos a resolver. De ahí salieron ideas como implementar el reparto a domicilio, establecer alianzas con pequeños productores y comerciantes locales. Poco a poco íbamos viendo que teníamos una ventaja sobre los grandes. Unas ventajas por las que difícilmente podrían superarnos. Éramos el único supermercado grande que pertenecía al pueblo, y debíamos explotarlo. La marca Cova debía posicionarse como «Tu Mercado del Pueblo». Debíamos ser el centro neurálgico que apoyase productor local. Que apoyase allí donde la tierra nutre tu hogar.

Con esa idea en mente empezamos a crear el concepto de la línea curva que forma entramados y tejidos como eje central de la identidad. Trabajamos las letras centrales «O» y «V» del logo para restarle rigidez a la palabra COVA y construir un logo más amigable. Y de ahí salió nuestro imagotipo. Trazamos una estrategia de comunicación. Establecimos alianzas con la carnicería del pueblo y algunos otros productores. Diseñamos el interiorismo de la tienda para ensalzar a los productores locales. El primer mes se aumentó la facturación un 12%, pero no nos vamos a engañar, el reto actual es mantener los resultados cuando pase el efecto de la novedad. A día de hoy seguimos trabajando junto al cliente para activar y construir su marca mediante la comunicación.